España Vaciada: la Revuelta no ha acabado.


Hace unas semanas la Revuelta de la España Vaciada daba la voz de alarma. Una alarma que, pese a venir sonando de fondo desde hace ya años en muchos pueblos y comarcas de nuestro país, parece como si algunos no la hubieran oído hasta ahora. El mundo rural les pilla lejos y hemos tenido que ir a Madrid a pasearselo por la Castellana, para que se enteren de que existe.

Lo más curioso (dejemos ahí el calificativo) es que muchos de los responsables de que exista nuestra España Vaciada estaban allí, en la manifestación, a vender los titulares de todo lo que ahora dicen que van a hacer por el medio rural. Eso, después de gobernar décadas y décadas solo para los nidos gordos donde están los votos. Allí estaban, tan ufanos, sin sentir la menor vergüenza, al lado del anciano al que le han cerrado en su pueblo el consultorio médico y hasta la oficina del banco para cobrar la pensión.

Este partido ya lo hemos visto. La España Vaciada ocupó muchas páginas en distintos periódicos, abrió telediarios y fue el tema de conversación durante los días anteriores y los días posteriores. Durante un tiempo los políticos se han hecho fotos oliendo tomates, acariciando cabras y subidos a tractores. Pero, al final, el partido es siempre el mismo: estrellitas mediáticas disputándose el balón de nuestro voto a ver quién sube el punto a su marcador y después, si te vi no me acuerdo, hasta el próximo partido, o sea hasta las siguientes elecciones. Las promesas y las buenas intenciones expresadas en las reuniones con los ciudadanos, suelen empezar a esfumarse prácticamente a partir del 85 % del escrutinio de las urnas.

Entonces, ¿para qué vale el voto rural? Pues nosotros, en Unión de Uniones de Castilla-La Mancha, pensamos que tiene que valer para algo más que para que los políticos lo usen para contentar a los habitantes senderistas, ciclistas, animalistas y ecologistas de las ciudades. Nuestro voto, el que sea y al margen de otras consideraciones, seguramente tendrá (o debería tener) una carga importante de exigencia del medio rural para mejorar nuestras comunicaciones -las terrestres y las digitales-, para potenciar la creación de negocios, establecer buenas condiciones de vida y servicios públicos y, en definitiva, generar riqueza y ganas de quedarse en el pueblo a vivir y formar una familia que pueda prosperar en él.

Necesitamos para ello, no a la clase política, sino a políticos con clase. Políticos que no anden pendientes del dedo que confecciona la lista, sino que escuchen a sus verdaderos jefes, los ciudadanos, de los que no deben distanciarse como si les fuéramos ajenos, en cuanto pillan el cargo. La manera íntegra de hacer la política, el arte propio de los ciudadanos, es estar implicado y promover así un modelo de desarrollo, más equilibrado, más justo y en el que quepamos todos… los rurales, por supuesto, también.

Ahora veremos. Unión de Uniones ha presentado a las fuerzas políticas sus propuestas y los programas electores ya están ahí para quien se tome la molestia de leerlos. Quién lo haga encontrará planes para reducir la brecha digital (estamos a años luz de los países de nuestro entorno), actuaciones para reforzar la sanidad y la educación en los pequeños municipios, programas específicos de empleo en el medio rural, medidas para garantizar servicios básicos, atención especial a las problemáticas de la mujer rural, rebajas fiscales para quienes vivamos y trabajemos en pueblos de pocos habitantes… El “busque y compare” esta servido.

En estas próximas elecciones, las del abril y las de mayo, cada uno que vote a quién quiera y por las razones que quiera. Pero metamos la papeleta que metamos, no nos quedemos ahí, que todo eso que ahora nos dicen que van a hacer, no lo apuntemos en la barra del hielo. Y, aunque por desgracia no existe ningún papel tornasol que pongamos en el sillón del político y nos diga, al cambiar de color, como tiene los niveles de cumplimiento, siempre estará la memoria y la hemeroteca. Elevemos nuestra exigencia desde el nivel de las promesas al de los compromisos y reclamemos, constante, insistentemente, que se cumplan.

Si no queremos la España Vaciada, no podemos ser la España Silenciada hasta las siguientes elecciones… o lo que es peor, la España Cómplice. No sabemos quién saldrá elegido de las urnas. Lo que si sabemos en Unión de Uniones es que nosotros no formaremos parte ni de esa España Silenciada, ni mucho menos de la España Cómplice; porque, desde el primer momento que quien gobierne tome posesión y hasta su último día en el cargo, seremos, desde la total independencia y la profesionalidad, un recordatorio permanente de los compromisos que debe asumir con el sector agrario y de la deuda a saldar con el medio rural. Para nosotros, para Unión de Uniones, la Revuelta no ha acabado.

Foto: Illescas flickr photo by santiagolopezpastor shared under a Creative Commons (BY-SA) license

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