¿Por qué la UE exige a los abonos importados los mismos requisitos que a los europeos y no lo hace para los productos agrarios?

Esa es la pregunta que desde Unión de Uniones de Castilla-La Mancha plantea ante la aprobación hoy, por parte del Consejo de la UE, de una nueva normativa sobre el mercado europeo de fertilizantes que establece nuevos requisitos para su libre circulación y comercio en el mercado de la Unión Europea y que se aplica tanto a los fabricados dentro del territorio comunitario, como a los importados. Las condiciones impuestas empezarán a aplicarse en tres años de la entrada en vigor del reglamento, que será en breve.

Efectivamente, el Consejo de la UE ha adoptado hoy una nueva normativa para la introducción de productos fertilizantes en el mercado de la UE; ya sean importados o manufacturados en alguno de los Estados miembros. La decisión ha tomado la forma de un reglamento que armoniza los requisitos para que puedan ser comercializados en el conjunto de la UE los fertilizantes producidos a partir de minerales fosfatados y de materias primas orgánicas. Además, el Reglamento fija límites armonizados para una serie de contaminantes presentes en los fertilizantes minerales, por ejemplo el cadmio.

Esta nueva normativa dispone que solo puedan venderse libremente en toda la UE los abonos que cumplan requisitos y normas de alta calidad y seguridad a escala de la UE. Los contaminantes presentes en los productos fertilizantes fosfatados de la UE, como el cadmio, pueden suponer un riesgo para la salud humana, animal o vegetal, para la seguridad o para el medio ambiente, por lo que se ha limitado su contenido por medio de las nuevas normas. Según el comunicado oficial del Consejo, las nuevas normas «impulsarán la producción y el uso de abonos fosfatados con bajo contenido de cadmio y de abonos orgánicos, y ofrecerán mayor variedad a los agricultores orientados hacia una agricultura más respetuosa con el medio ambiente».

Aquellos fertilizantes que cumplan los requisitos establecidos, podrán exhibir la marca CE y acogerse a la libertad de circulación en el mercado interior de la Unión Europea. Entre dichos requisitos cabe citar niveles máximos obligatorios para contaminantes, el empleo de categorías de materiales componentes definidas y ciertos requisitos de etiquetado.

Los fabricantes de fertilizantes que no lleven el marcado CE tendrán aún la posibilidad de comercializar sus productos a escala nacional.

El nuevo Reglamento, que sustituye al Reglamento de 2003 relativo a los abonos, incluye todos los tipos de fertilizantes (minerales, orgánicos, enmiendas del suelo, medios de cultivo, etc.).

El Reglamento aún está pendiente de su firma y publicación en el Diario Oficial de la UE. Entrará en vigor a los veinte días de su publicación y empezará a aplicarse a los tres años de su entrada en vigor.

¿Por qué no a los productos agrarios?.

Los argumentos que las autoridades comunitarias exponen para sacar adelante esta nueva reglamentación sobre fertilizantes y que tienen que ver con los riesgos para la salud de los ciudadanos europeos de determinados elementos y residuos que pueden entrar en su composición, son exactamente los mismos que pueden utilizarse para exigir a los productos agrarios y alimentarios importados que cumplan las mismas normas que los procedentes de las explotaciones agrarias de la UE. Recientemente Unión de Uniones ha denunciado como en Sudáfrica, de donde están procediendo las importaciones de naranjas que están hundiendo nuestra producción, hay autorizadas 62 sustancias activas que nosotros tenemos prohibidas y de las que, además, varias (hasta 13) están además calificadas por la Organización Mundial de la Salud  como extremada o altamente peligrosas.

Entonces ¿por qué este mismo principio de precaución que ahora se aplica a los fertilizantes importados, no se aplica a los productos agrarios y alimentos que entran desde países terceros a nuestros mercados y que se colocan en las estanterías al lado de los nuestros? Como desde esta organización ya se ha reiterado en innumerables ocasiones, no sólo es una competencia desleal para nuestra agricultura y ganadería, sino un fraude al consumidor, que piensa que todos los productos que consume, incluidos los importados, son igual de seguros y también la materialización de una política hipócrita que, en realidad, juega a la contra de la protección del modelo de agricultura que dice defender.

Foto: Bags of Fertilizer & Crane flickr photo by AdamCohn shared under a Creative Commons (BY-NC-ND) license

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